Diario del dinero. Rosario Bléfari


No soy lectora de poesía así que este es el primer acercamiento que tengo hacia Rosario Bléfari, con un diario que dejó preparado antes de morir y que tiene varias particularidades. 

La primera es que no sigue un orden cronológico, una decisión que no entendí mucho y que a mi entender ni le agrega ni le quita. 

Luego tenemos una mayoría grande de entradas dedicadas a relatar sus pasos en la vida a través del dinero que ingresa o que sale de sus bolsillos, no con una obsesión "enferma" sino con una naturalidad asombrosa, porque si lo pensás casi todas las personas vivimos con el dinero atravesándonos. 

Así, en este diario conocemos la enfermedad de Rosario sólo a través de la guita: los aportes a su obra social, el costo de un turno particular, la plata que le ingresa de un trabajo de varios meses atrás, etcétera etcétera. 

Otra singularidad, especialmente si alguien no argentino lee este diario, es ver todo junto el desquicio que es este país en materia económica. Si leemos una entrada de fines de los años 80 los ingresos y egresos de Rosario se cuentan en centavos y hacia su muerte (2020) en números con cuatro o cinco ceros. 

Fue una lectura muy interesante.











Rosario Bléfari. Diario del dinero. Mansalva, 2020

Sinopsis de la editorial:

Yo anotaba mis gastos y también lo que había ganado, pero eran columnas de números que pocas veces volvía a consultar y que cuando lo hacía no entendía qué significaban. Aunque pusiera una fecha o alguna otra referencia para guiarme no era suficiente, al poco tiempo esos datos no me decían nada. Entonces empecé a escribir en prosa, con todo el recorrido del dinero y sus causas y consecuencias: pagué esto y aquello, me pagaron tal cosa y con eso repuse lo que había sacado de allá. Así. Nunca me sirvió para ordenarme ni para hacer un cálculo de algo pero sí me interesó lo de escribir los números, hacer escritura de las cuentas, relatar el debe y el haber. Si las anotaciones habituales no conseguían retener algo del paso del dinero por mi vida, ni siquiera conseguían que pudiera controlarlo, relatarlo sí me permitió observar su presencia como una puntuación, un ritmo. Escribiendo este Diario del dinero me sentí haciendo una inversión. Invertí los términos: gastar es una nueva oportunidad de contar y ganar es perder la vergüenza y desnudar cuánto recibo por mis trabajos. Empecé a revisar viejos diarios que no tenían esta intención de antemano y me di cuenta que ahí estaba el mismo ritmo, esa aparición del dinero en medio de todas las experiencias de la amistad, de la familia, del amor, de la música, del cine y de la escritura misma, acompañando el agobio y el alivio de los trabajos y los días. Quise que las entradas estuvieran desordenadas como si un viento hubiese entrado por la ventana y volado las hojas. Y, como si de verdad esto sucediera, que en medio de eso hubiese islas de orden cronológico también. Una forma de contar el dinero que puede servir como materia de análisis para economistas y sociólogos, un registro para que los chismosos revisen o para quien pueda llegar a preguntarse de qué modo sobrevive en este mundo alguien como yo.

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