La memoria vegetal. Umberto Eco


Quería que mi primera lectura del año fuera una especie de homenaje al mejor objeto de todos los tiempos. Presumo que serán esos objetos (y por supuesto todo lo que contienen) los que llenarán de buenos momentos el 2024 (acaso los únicos).

Umberto Eco fue un tipo al que leí en la facultad con sus textos teóricos y en sus novelas. Ambos mundos siempre estuvieron unidos por la pasión por los libros. Y en esta obra póstuma hay sobre todo amor, devoción por ellos. 

La minuciosidad, la erudición y el humor con los que nos cuenta la diferencia entre bibliofilia y bibliomanía, o el mercado del libro antiguo, de las falsificaciones, de los pillos traficantes de infolios transmiten ese amor. Sus pronósticos sobre el futuro del libro de papel, su pena por la calidad de las hojas también. 

Es un libro bello.

3/5 🎗️









Umberto Eco. La memoria vegetal. Luman, 2021 (2018)
Sinopsis de la editorial:

"El libro es un seguro de vida, un pequeño anticipo de inmortalidad"

El cerebro humano administra desde el principio de los tiempos una memoria orgánica, y desde la invención de la escritura, una mineral, grabada en piedra y tablillas de barro. Junto a ellas se desarrolló otra más revolucionaria: la memoria vegetal, impresa en papiros y en trapos hasta llegar al papel y al libro, objeto de devoción desde hace siglos. Umberto Eco, el humanista integral según Fernando Savater, recorre en esta extraordinaria obra inédita la historia de los libros, de la pasión bibliófila y de la literatura. Emociona y deslumbra su capacidad visionaria y la increíble actualidad de sus reflexiones: la falsedad de que ya no hay lectores (cuando nunca hubo más librerías ni más jóvenes acercándose a la lectura), por qué el mundo digital nunca acabará con los libros, o cómo elegir uno entre la enorme cantidad que se publica: aquel que querrás conservar. Eso sentirás con el que tienes en las manos: un desafío a la inteligencia y a la curiosidad, y una invitación a aprender y a seguir leyendo siempre.

Umberto Eco cambió nuestra mirada sobre los libros: imprescindibles, pequeños, frágiles, a veces criminales, casi siempre salvadores. Un maestro que nos enseñó a entrelazar la sabiduría y el juego con su estilo sagaz y lúdico, con su asombrosa inventiva y certera lucidez.

Irene Vallejo

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