El corazón helado. Almudena Grandes


Releo después de varios años esta novela, de una autora que siempre me puede, de una temática que nunca me cansa. Tengo en mis espaldas bastante más lecturas sobre la guerra civil española que aquella primera vez. No hay ninguna que no me conmueva, ni una sola.

No dejo nunca de encontrar emoción en estas historias y tampoco puedo evitar trazar paralelismos con mi país o prometerme bucear un poco en la familia italiana. Algún día será.

Almudena Grandes tiene una técnica que a mí me atrapa: va, viene, se vuelve a ir, retorna, y una no se pierde, puede hilar perfectamente la historia. Y repite frases, pensamientos, algún diálogo: siempre esa reiteración es pertinente.











Almudena Grandes. El corazón helado. Tusquets, 2009 (2007)
Resumen de la editorial:
El día de su muerte, Julio Carrión, poderoso hombre de negocios cuya fortuna se remonta a los años del franquismo, deja a sus hijos una sustanciosa herencia pero también muchos puntos oscuros de su pasado y de su experiencia en la Guerra Civil y en la División Azul. En su entierro, en febrero de 2005, su hijo Álvaro, el único que no ha querido dedicarse a los negocios familiares, se sorprende por la presencia de una mujer joven y atractiva, a la que nadie había visto antes y que parece delatar aspectos desconocidos de la vida íntima de su padre. Raquel Fernández Perea, por su parte, hija y nieta de exiliados en Francia, lo sabe en cambio casi todo sobre el pasado de sus progenitores y abuelos, a los que ha preguntado sobre su experiencia de la guerra y del exilio. Para ella sólo una historia permanece sin aclarar: la de una tarde en que acompañó a su abuelo, recién regresado a Madrid, y visitaron a unos desconocidos con los que intuyó que existía una deuda pendiente. Álvaro y Raquel están condenados a encontrarse porque sus respectivas historias familiares, que son también la historia de muchas familias en España, desde la Guerra Civil hasta la Transición, forman parte de sí mismos y explican además sus orígenes, su presente. También porque, sin saberlo, se sentirán atraídos sin remedio.

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