La uruguaya. Pedro Mairal


La historia transcurre en un solo día pero es bastante más que un día. La uruguaya narra el desgaste de un tipo en la mitad de sus 40: deterioro de un matrimonio, de una situación económica, el deseo (a veces adolescente), la angustia, en fin, cosas que pasan a diario en la vida de muchas personas. Pero Mairal tiene otros ingredientes para hacer que la novela se lea de un tirón y además haga reír, y como si fuera poco, se disfrute. 

A mí me hacen reír mucho estos varones como Lucas, o el Tomás de Cercas en El vientre de la ballena, porque son tan patéticos, tan pendejos, tan boludos los pobrecitos y tan reconocibles... pero así son muchos y así los queremos. Bravo por el tono del personaje, Mairal.





Pedro Mairal. La uruguaya. Emecé, 2016

Resumen de la editorial:
“Como en los sueños, en Montevideo las cosas me resultaban parecidas pero diferentes. Eran pero no eran.”
Lucas Pereyra viaja a Uruguay en barco por el día a buscar dólares. Son tiempos de restricciones cambiarias. Tiene ya arreglado un encuentro secreto en Montevideo, pero sus planes pueden fallar.
Encandilado por el recuerdo de un verano anterior y agobiado por un matrimonio que se resquebraja, sueña con escaparse y no volver. ¿Con quién se va a encontrar? Montevideo, esa ciudad idealizada por la distancia, se volverá impredecible.
La uruguaya es una novela inquietante y ferozmente entretenida. Con pulso magistral, Pedro Mairal sostiene la intriga en cada una de sus páginas y demuestra, de modo irrefutable, que es uno de los grandes de la literatura argentina contemporánea.

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La pregunta de sus ojos. Eduardo Sacheri


Hace unos días me encontré en la tele con El secreto de sus ojos, me enganché, la volví a mirar y me asaltó la duda sobre cómo terminaba la novela. Se me había borrado de la cabeza. Así que fui al libro (del que me encantó siempre su portada) y lo leí desde el principio otra vez.

Ayer como hoy me encantó. El lenguaje de Sacheri es tan nuestro... Sus personajes, los cobardes sobre todo, son muy queribles y los boludos, esos de los que estamos rodeados, provocan tanto desprecio, como en la vida real. Y además la trama, con una historia atroz pero totalmente verosímil.

Una buena relectura.








Eduardo Sacheri. La pregunta de sus ojos. Alfaguara, 2009

Resumen de la editorial
Treinta años atrás, cuando Benjamín Chaparro era prosecretario en un juzgado de instrucción, llegó a su oficina la causa de un homicidio que no pudo olvidar. Ahora, ya jubilado, repasa buena parte de su vida, las instancias de ese caso y sus insospechadas derivaciones, y la historia de un amor secreto que lo mantiene acorralado entre la pasión y el silencio.
Una trama policial ambientada en los años sesenta y setenta, en una Argentina que paulatinamente se sumerge en la violencia política y cuyos personajes luchan contra la impunidad, la burocracia del sistema judicial y las miserias propias y ajenas.
Una historia protagonizada por hombres que hicieron de la búsqueda de la verdad un destino; de la memoria, un camino imprescindible, y de la lealtad, un culto que trasciende el tiempo, las distancias y la muerte.


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Los hombres me explican cosas. Rebecca Solnit


En nueve breves pero contundentes ensayos, Rebecca Solnit desarrolla un hilo conductor entre el mansplaining y los femicidios. Ese hilo seguramente parezca una exageración, pero muchas mujeres entenderán cómo se va socavando la estima y la credibilidad para llegar al derecho de unos sobre el cuerpo y la vida de otras.

En estos ensayos también tienen el mérito de haber encontrado el tono para cada uno de los temas, y así me reí mucho en algunos tramos y me enojé y hasta enfurecí en otros. Bravo.

Dejo como apostilla antes de mis subrayados un escrito que posteé en facebook con motivo del Paro Internacional de Mujeres el #8M. Creo que viene muy a cuento, hay cosas que aún con los avances que logramos siguen estando ahí y, lamentablemente, no son muchos los varones que hacen un esfuerzo por entenderlo.

Yo, Cintia Mignone, 43 años, soltera, estudios universitarios, tía de dos niñas que amo, hija, (¿ex?) periodista, trabajadora y militante, PARO.
#YoParo porque cuando tenía 8 ó 9 años un tipo tuvo derecho a apoyarse en mi culito de nena y refregarse durante buena parte del viaje en colectivo y yo, que “sabía” que estaba mal, no sabía qué hacer. Nadie me auxilió ni me explicó.
#YoParo porque una medianoche un tipo me arrinconó contra un paredón y, milagro y adrenalina, pude zafar y refugiarme en un bar lleno de varones, pero regenteado por una mujer que me acompañó a mi casa.
#YoParo porque durante décadas tuve más miedo a ser violada que a que me roben la cartera.
#YoParo porque mi vieja tuvo que esconder durante años que trabajaba, además, de manera rentada, aunque en casa, en negro, siempre.
#YoParo porque la escuela, la religión, la familia, me enseñaron que no debía “provocar” a los varones, porque ellos “no se podían controlar”.
#YoParo porque vi decenas de violencias sutiles en mi familia y hoy no puedo más que conmoverme por mis abuelas.
#YoParo porque vi violencia más concreta en mi familia y se escondió bajo la alfombra.
#YoParo porque me miraban con conmiseración cuando pasaban los años y no me casaba, y manifestaba a viva voz que no quería tener hijos.
#YoParo porque durante años me tuve que “masculinizar” y ser “Cachito” porque trabajaba rodeada de varones.
#YoParo porque aunque entendía bastante, adentro mío, que era feminista, el estigma de la palabra retardó el reconocimiento.
#YoParo porque tuve y tengo más formación que algunos ex y actuales compañeros de trabajo y tuve y tengo menor salario.
#YoParo por Milagro Sala, presa política.
#YoParo por las mujeres que se mueren por no tener información. #YoParo por las que se mueren por un aborto clandestino. #YoParo porque quiero información para decidir y aborto legal para no morir.
#YoParo porque tengo miedo por mis sobrinas, pero tengo también esperanza con y por ellas.
#YoParo porque soy bien consciente de que ningún derecho, ninguna conquista llueve del cielo, que se consiguen a fuerza de gritos desaforados, calle, pintadas, puteadas y a veces violencia.
#YoParo porque tengo una deuda de gratitud hacia centenares de mujeres que a lo largo de los siglos gritaron desaforadas, en la calle, que hicieron pintadas y levantaron pancartas, que enfrentaron a la policía, a la guillotina y a la hoguera. Y la mayoría de las veces perdieron. Muertas en la cárcel, suicidadas, la cabeza separada del resto del cuerpo, la carne chamuscada.
#YoParo porque por ellas voto, porque por ellas trabajo, porque por ellas no le tengo que dar mi salario a mi padre, mi marido o mi hermano.
#YoParo por todas las mujeres que faltan víctimas del patriarcado, de la violencia machista.
#YoParo por las mujeres que no pueden parar. #YoParo por las que no saben que hay un paro porque no pudimos/supimos llegar a ellas. #YoParo también por las que saben y les es indiferente y hasta están en contra. #YoParo por aquellas mujeres que no saben/pueden mirar más allá de sí. #YoParo también por las que creen que su vida heredada es la mejor posible. #YoParo también por las que no saben que trabajan, se divorcian, votan, consumen como se les da la gana porque, antes, otras mujeres pelearon, putearon y hasta murieron por ganar ese derecho.
Por todo esto y por varias cosas más, #YoParo.

























Rebecca Solnit. Los hombres me explican cosas. Capitan Swing, 2015

Resumen de la editorial:
En este conjunto de ensayos mordaces y oportunos sobre la persistente desigualdad entre mujeres y hombres y la violencia basada en el género, Solnit cita su experiencia personal y otros ejemplos reales de cómo los hombres muestran una autoridad que no se han ganado, mientras que las mujeres han sido educadas para aceptar esa realidad sin cuestionarla. La autora narra la experiencia que vivió durante una cena en la que un desconocido se puso a hablarle acerca de un libro increíble que había leído, ignorando el hecho de que ella misma lo había escrito, a pesar de que se lo hicieron saber al principio de la conversación. Al final resultó que ni siquiera había leído el libro, sino una reseña del New York Times.
El término mansplaining conjuga man («hombre») y explaining («explica»), en alusión a este fenómeno: cuando un hombre explica algo a una mujer, lo hace de manera condescendiente, porque, con independencia de cuánto sepa sobre el tema, siempre asume que sabe más que ella. El concepto tiene su mayor expresión en aquellas situaciones en las que el hombre sabe poco y la mujer, por el contrario, es la «experta» en el tema, algo que, para la soberbia del primero, es irrelevante: él tiene algo que explicar y eso es lo único que importa.

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El negro corazón del crimen. Marcelo Figueras


Acá hay una novela sobre Rodolfo Walsh cuando todavía no era Rodolfo Walsh sino, apenas, RJW, o Erre.

Esta novela narra la transformación de "ese hombre" de la apatía y el casi gorilismo hacia la empatía con las víctimas.

En ella está Enriqueta.

Hay un joven que comienza a investigar alrededor del "hombre que mordió a un perro": Hay un fusilado que vive. Y ese joven tiene miedo de que los grandes diarios de la época se le adelantasen pero se encuentra con todas las puertas cerradas. Nada ha cambiado.

Está en esta novela la explicación del prólogo a Operación Masacre que para mí es la más breve, bella pero contundente clase de periodismo de todos los tiempos, de todas las latitudes.

Hoy, al conmemorarse 41 años del golpe cívico militar y a un día de cumplirse cuatro décadas del asesinato y desaparición del gran periodista argentino, #NuncaMás. Memoria. Verdad. Justicia.












Marcelo Figueras. El negro corazón del crimen. Alfaguara, 2017

Resumen de la editorial:
«Este está vivo, gritan, todavía respira. Y al instante, pac. La cara empieza a doler, como si me hubiera dado un jetazo contra una columna. Quiero pedir piedad pero no puedo, tengo la boca llena de sangre.»
Buenos Aires, 1956. Un crimen atroz empuja a un escritor de ficciones policiales a convertirse en detective. Esa decisión acaba con la vida que llevaba hasta entonces: lo vuelve fugitivo, lo entrega a los brazos de un romance prohibido, cuestiona todo lo que creía y lo pone cara a cara con la muerte. Por primera vez.
Las fronteras entre la ficción y la realidad se le desdibujan, como ocurre en este libro. Porque ese crimen terrible existió. Y el escritor-detective, también. En 1956 tenía veintinueve años y se hacía llamar Rodolfo J. Walsh.
En El negro corazón del crimen, Marcelo Figueras reconstruye esos meses de investigación durante los cuales se gesta el libro más emblemático de Walsh: Operación masacre. Pero también narra la transformación de ese joven en el Rodolfo Walsh que hoy conocemos: el escritor comprometido con su tiempo, con la política entendida como defensa del más débil y oprimido, y con el periodismo que cuenta lo que no todos quieren escuchar y saber.

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