El limonero real. Juan José Saer


Estaba muy tranquila yo volviendo a casa cuando me llama mi amiga Gabi para recordarme que se lanzaba el Año Saer, comenzando a transitar los 80 años de su nacimiento. Cansancio, fiaca y otras yerbas: no fui. A la noche me pidió que le prestara El limonero real, recordándome algún otro préstamo que me sacó en un momento de debilidad. Lo busqué, lo hojeé, lo ojeé. Y no lo dejé.

¿Cuántas veces lo habré leído? No sé. Sólo sé que cada lectura es diferente. Cada vez es otro impacto, otro cúmulo de sensaciones, otro maravillarme.

Están filmando una película sobre el libro. El cine y yo no somos amigos, en general, pero no me imagino contar estos amaneceres y estos ojos abiertos en el cine. Pero el que sabe, sabe. Acá, info sobre la película.

Dejo también al final dos breves videos con una preciosa canción sobre esta historia (y por esta prosa) que cada vez me conmueve más.










Juan José Saer. El limonero real. Seix Barral, 2008

Resumen de la editorial
La escritura de Juan José Saer ha sido reconocida por la crítica especializada como una de las más valiosas y renovadoras en el ámbito de la lengua española contemporánea. El limonero real (1974) representa un punto de condensación central en su vasto proyecto narrativo.
 Una familia de pobladores de la costa santafesina se reúne desde la mañana, en el último día del año, para una celebración que culmina, por la noche, en la comida de un cordero asado. Dos ausencias hostigan al personaje central de la novela: una, la de su mujer, que se ha negado a asistir a la fiesta alegando el luto por su hijo; otra, la de ese mismo hijo, cuya figura pequeña emerge una y otra vez en el recuerdo. Doblemente acosado por la muerte y por la ausencia, el relato imprime a su materia una densidad creciente, que otorga a la comida nocturna las dimensiones de un banquete ritual.
El limonero real es la novela de la luz y de la sombra, cuyos juegos y alternancias puntúan el transcurso del tiempo; es la novela de las manchas que terminan, finalmente, por componer una figura; es la novela de la descripción obsesiva de los gestos más triviales, de las sensaciones y las percepciones, de las texturas y los sabores.


0 comentarios:

El muchacho peronista. Marcelo Figueras


Y en esta novela, matan a Perón a fines de los años 30. Y dice el autor, por acá, que, ingenuamente, buscaba conjurar el dolor de la dictadura. Sin Perón no habría existido peronismo; sin peronismo la masacre de los 70 y así. Sí, ingenuo. Porque por acá, veintipico de años después, a Figueras le preguntan cómo hubiera sido Roberto Arlt de haber conocido al peronismo. Y tuvo una respuesta casi perfecta:
Puesto a conjeturar, ojo, de un modo lúdico, antes que hipotético o con pretensiones de seriedad, imagino que, en un primer momento, Arlt se habría sentido desconcertado ante el peronismo. ¿Qué habría sido de Silvio Astier y de Remo Erdosain de haber salido al mundo no en la Década Infame, sino durante la Década Fasta gobernada por el Pocho? ¿Adónde habría ido a parar su angustia, la indignidad de humillarse en el trabajo para pucherear, el resentimiento que inflamaba sus planes de venganza contra el sistema? Hace poco escuché a Daniel Santoro desarrollar una teoría según la cual el peronismo simbolizaba el goce. Me pareció genial. Más allá de lo que pregona la marchita, el peronismo no pretendió nunca acabar con el capital, sino más bien redistribuirlo sin dogmatismos, para que todo el mundo pueda gozar al menos un poco. Nada del otro mundo: vacaciones anuales, un asadito de vez en cuando, una jubilación decente. Claro, al lado de la avidez del capital, que es incapaz de redistribuir un peso aun con las hordas afilando la guillotina, el peronismo pareció siempre revolucionario. Pero debe haber pocas cosas menos afines al peronismo que la disciplina revolucionaria. El pueblo peronista no quiere sufrir: quiere pasarla bien, nomás. Cuando se lo gana por sus propios méritos, goza. Cuando vuelven los gendarmes del poder, apechuga y sopla desde donde esté, para apurar el cambio de los vientos. Pero no está peleado con la idea de la guita, ni tampoco la diviniza: la usa, que para eso está. Por eso no habría visto con malos ojos los planes de Arlt de volverse rico mediante sus inventos. Arlt mismo se habría aflojado con el correr de los años, desanudado el ceño y disfrutado del peronismo aquel. Y su escritura también se habría aligerado, virando hacia el lado de la picaresca que tanto disfrutaba de chico. ¡Tarde o temprano debía darse cuenta de que Perón era un personaje arltiano!
Más allá de las ucronías, de los deseos de lectura del autor, es una linda novela, donde se nota a Arlt, se nota a Piglia también. Tremendo leer, otra vez, sobre la Zwi Migdal.


En fin. Un libro que leí hace 20 años y que releo desde un lugar totalmente diferente, ahora que se reedita. 





Marcelo Figueras. El muchacho peronista. Planeta, 1992

Resumen de la editorial
En el primer día del año 1938 Roberto Hilaire Calabert trepa a un tren de carga y huye de su casa. Tiene trece años una insaciable curiosidad por todo lo humano y un don que todavía no conoce: la capacidad de "ver" en otras personas el pasado más secreto que esconden. En su aventura enloquecida se topará con Tardewski un tratante de blancas polaco que lo iniciará en el crimen tendrá un fugaz y definitorio encuentro en un prostíbulo con el coronel Perón se apropiará de un documento altamente comprometedor para el gobierno nacional y asistirá a un aquelarre de sangre y fuego junto a Potota la primera mujer de Perón. Relato iniciático novela pornográfica o historia de intrigas políticas El muchacho peronista hilvana en forma magnífica las andanzas de una virulenta semana en la vida del niño Calabert y su involuntario protagonismo en un mundo que sólo quería conocer de cerca. Marcelo Figueras ha concebido un libro a la manera de las viejas novelas de aventuras las que nunca envejecen las que testimonian un viraje feroz en la vida del héroe y reflejan así los anhelos secretos que hay en todo lector. 

0 comentarios:

Dúo. Colette


Breve novela de una autora que me debía. Es muy interesante esta mirada femenina y feminista a un tema como la infidelidad que la literatura ha tratado generalmente desde otros ángulos. Y alrededor de eso, la puerilidad, la honestidad y sobre todo la incomunicación y el poder de las palabras. 







Colette. Dúo. Anagrama/Página 12, 2010

Resumen de la editorial
¿Dúo o Duelo? Así rezaba la faja publicitaria de la edición francesa de esta novela que apareció en París en 1934. Extraña palabra había elegido Colette para burlarse de la institución matrimonial. Dúo es una palabra que puede lanzarse solo en tono de broma si se refiere a un matrimonio que discute. Con un fondo de casa de campo, una ama de llaves como testigo y problemas económicos que acechan, el marido se entera de la infidelidad de su adorada esposa. Asistiremos a su duelo, a sus diálogos, a sus engaños y, especialmente, a todo aquello que no se dicen. Colette demuestra su preciosa capacidad de dejar desnudos los íntimos pensamientos de toda una clase. Una obra clave en la obra de una autora que supo retratar a la perfección los celos, la infidelidad, la búsqueda del placer, las culpas, la fatiga de amor, la autonomía de la mujer.

0 comentarios:

Dos novelas nórdicas


Bueno, fin de semana de mucho frío y lluvia, así que dos pendientes de la literatura sueca, policiales para más datos.

No llegan ni por asomo al nivel de Henning Mankell, pero me dieron lo que les pedía: intriga, historias familiares, y lo que subyace en algunos pueblos pequeños en esas sociedades que nos presentan como perfectas.


De Liza Marklund ya había leído algo. Su Annika Bengtzon, periodista, cae bien porque no es ni de lejos perfecta: mucho ataque de pánico por ahí. En cambio fue mi primera vez con Camilla Läckberg y dan ganas de volver por esos lugares con mucho mucho frío para reencontrarme con Erica Falck y, por qué no, también con Patrik Hedström.


0 comentarios:

Sintonía fina. Mariana Moyano


Quiero decir muchas cosas sobre este libro, vamos a ver cuáles me salen. La primera, más superficial, quizá: es un objeto precioso, cuidado, una bonita edición. Y esto no es menor para las y los amantes de los libros. Así que una felicitación a la editorial y a la autora que seguro dio sus consejos y su aprobación.

Lo otro que necesito decir, atropellada y desordenadamente: pensaba leer el libro tranqui, dosificándolo, un par de editoriales por día. Pero lo leí como un extenso ensayo de casi 600 páginas. Un gran ensayo sobre avances y retrocesos de una sociedad (más que de un gobierno) frente a muchos poderes, pero sobre todo frente al poder mediático. Fue como una re-lectura de mis sentires no sólo de los tres o cuatro años que abarcan estos editoriales, sino de los 12 años de kirchnerismo y de más años también. Fue además un modo de pensarme y re-pensarme en medio de todo ese tiempo, de los anteriores, de los actuales y los que vendrán. Y aunque soy una pesimista incurable, como recuerda Mariana y antes dijeron otros, una vez que cae el velo, no es posible recolocarlo y hacer de cuenta de que una no vio, no sintió. Así siento, así vivo yo esa consigna que para mí es carne: lo personal es político, pero también, lo político es personal.

Son días complicados estos, pero el repaso al que invita Sintonía fina no hace más que reafirmar, recolocar y repensar como re-acomodarse. Todo muy re.

Pero me reconozco (otra vez re): en pensares (sobre el periodismo y la carcajeante autoglorificación de trabajadores de prensa que no tienen cómo comprar sus tomates perita, sobre la que escribí hace unos días; Walsh faro siempre ) y en sentires (¿cuándo fue que cantar el himno dejó de molestarme, me empecé a emocionar y sentí la necesidad de llevar mi mano al corazón?) y en lecturas (ay Mariano Moreno, primer periodista militante, ay la ficción nórdica). Y más.

Por supuesto, para que no se enoje el Turco, el libro se puede comprar en Punto de Encuentro.

















Mariana Moyano. Sintonía fina. Relatos de los años kirchneristas: la política en estado de "puro rocanrol". Ciccus, 2016

0 comentarios:

Julio Cortázar para chicas y chicos. Colección antihéroes


Este es un regalo para mi sobrina que leerá a Cortázar dentro de varios años, si hay suerte.

Con el tiempo, yo tuve mis conflictos con Cortázar, pero sin embargo tengo recuerdos inolvidables. Leí Rayuela en mi adolescencia, tengo la imagen de que fue en verano, sentada en el piso y con la espalda en el placard. Quién sabe de dónde saqué ese recuerdo… Mi primera lectura: un libro prestado. Algún tiempo después lo compré, lo subrayé con muchos colores, dibujé sobre todo flores. Leí mucho más Cortázar, generalmente de la biblioteca pública, apenas compré Rayuela, Historias de cronopios y de famas y me regalaron hace muchísimo Los premios. Hace no tanto, un amigo hizo espacio en la biblioteca de su padre muerto y me regaló la colección. Leí mucho, no todo, no sé si lo haré.

Me sé de memoria, aún hoy, algunas frases ("Oh Maga, en cada mujer parecida a vos...", "como si no fuera un rayo que te parte los huesos..."), o recuerdo e imagino aquella imagen de Oliveira lavándole los dientes a su reflejo en el espejo, entre tantas.

Julio Cortázar es parte de mi vida; no podría ser, probablemente, un referente hoy, pero es parte de mí. Ojalá Fiamma o Fran sientan alguna vez lo que yo sentí leyéndolo. Eso es inolvidable, aún con los reparos de hoy. 






Nadia Fink y Pitu Saá. Julio Cortázar para chicas y chicos. Colección Antihéroes. Chirimbote, 2015

0 comentarios:

Nadie acabará con los libros. Umberto Eco y Jean-Claude Carrière


Hoy, día nacional del libro, una muy linda conversación sobre ese objeto tan bonito, tan irreemplazable y, sobre todo, tan inmejorable.

Las conversaciones entre Eco y Carrière, dos bibliófilos entrevistados por Jean-Philippe de Tonnac, recorren la historia del libro y su vigencia, las hogueras en los que tantos libros perecieron, el modo en que se hicieron con ejemplares antiguos, en fin.

Mucha erudición pero también mucha sencillez para describir libros que una nunca leería ni por los que jamás compulsaría en una subasta. Eco por entonces (2009) tenía, pobre hombre, unos cincuenta mil libros "modernos" y mil doscientos libros raros, que formaban parte de su colección de libros antiguos.¿Qué puedo decir?















Umberto Eco y Jean-Claude Carrière. Nadie acabará con los libros. Sudamericana, 2012
Resumen de la editorial
Hace muchos, muchísimos años, ya había mujeres y hombres que leían, y hoy seguimos haciéndolo. Ahí estamos, perdidos en las páginas de una buena novela o un poema que nos consuela, intrigados por las propuestas de un nuevo ensayo o echando un vistazo a ese libro ilustrado que reclama nuestra atención en la librería. Lo que sí ha cambiado es el soporte que acompaña los textos, y aun nos esperan nuevos cambios. Desde el papiro y los códices, el libro evolucionó hacia el papel, y un buen día, hacia 1450, el señor Gutenberg convirtió el libro en un placer accesible a la mayoría. Ahora los soportes multimedia ofrecen nuevas posibilidades de lectura y hay quien ya piensa con nostalgia en la textura del libro impreso, despidiéndose de él como de un amigo fiel que está a punto de irse para no volver. De estos temas trata Nadie acabará con los libros, una charla erudita y amena entre dos hombres que han escrito mucho y son ávidos lectores, que coleccionan libros y nos llevan a su biblioteca para comentar gustos y manías, para contarnos por qué hubo épocas en que las obras maestras florecían y otras en que la estupidez y la pedantería crecían a sus anchas, para explicarnos cómo funciona la memoria y cómo podemos hacer realmente nuestro lo que aprendemos. Lejos de ser una polémica a favor o en contra de las nuevas formas de lectura, este espléndido ensayo es un homenaje a todos los lectores

0 comentarios: