Siliconas express. María Inés Krimer


Muy interesante esta colección Negro absoluto dirigida por el querido Juan Sasturain, con policiales contemporáneos argentinos.

En esta novela, María Inés Krimer retoma a la detective Ruth Epelbaum, a quien presentó en un libro que aún no leí. Se trata de una mujer que me cae muy simpática: no es una "mujer fatal", pero tampoco una asexuada. Se preocupa en su vida personal por cuestiones ordinarias y a la hora de investigar crímenes hace gala de curiosidad y valentía.

El mar de fondo de Siliconas express es el negocio (los negocios) montado alrededor de la obsesión por el cuerpo perfecto a toda edad. Entre peluquerías, clínicas estéticas y gimnasios, Ruth pone el cuerpo, hace preguntas, responde algunas, todo con una prosa muy ágil y entretenida.





María Inés Krimer. Siliconas express. Aquilina, 2013

Resumen de la editorial:
Peluquerías, postizos, tinturas, cortes y extensiones, quirófanos, clínicas, lipos, liftings, flotadores, operaciones estéticas, residuos patógenos. Los ámbitos en los que transcurre y el vocabulario que ilumina esta siniestra historia protagonizada por Ruth Epelbaum -la detective creada por Krimer en Sangre Kosher- nos anticipan que en esta novela, como siempre, las mujeres se hacen cago, padecen, disfrutan, ponen el cuerpo. Y lo pone sobre todo la entrañable Ruth.
A diferencia de ciertas heroínas del género tan eficaces como asexuadas, la archivista transplantada de la judería entrerriana a Villa Crespo es siempre una mujer. Hecha de puras ganas, Ruth es una mina entera, que se vale como puede. La resolución de cada caso es un milagro de supervivencia. Y mientras ella se cuela en una fiesta de reviente en un country de Cañuelas, le tiran un cadáver en una mansión de San Isidro y otro por la borda en el Casino de Puerto Madero, y arriesga huesos y pellejo en gimnasios barriales y clínicas top de  la calle Talcahuano, van desfilando una serie de personajes con filo, doble fondo y sin desperdicios: el violento Silveyra, turbio y prontuariado; el cirujano Vidal y su anómala familia; Marcia Tesoro, la grotesca diva atontada, e incuso la equívoca Norrita, una "mosquita muerta" chandleriana.
Ya lo dijo el apócrifo Vernon Sullivan: Elles se rendent pas compte. Es decir: Con las mujeres no hay manera o con las mujeres nunca se sabe.
Bienvenidos al mundo Krimer.
Juan Sasturain

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