Las posesiones. Llucia Ramis
Leo simultáneamente estos días un par novelas en donde la familia y sus secretos, la memoria y el olvido, la identidad y también el lenguaje, son los ejes alrededor de los que se construye la trama.
Esta en particular es una gran, gran novela que gira sobre todo eso con el agregado de las pérdidas de aquellas cosas, materiales e inmateriales, que creemos para siempre nuestras. Tiene para mí otro plus: la leí como una novela generacional. Si bien fue muy distinta la España de la transición a la Argentina post dictadura, quienes pasamos de los 40 años, hemos crecido en democracias, más o menos estables, más o menos vigiladas. Eso, inevitablemente, también nos ha constituido y sobre esa base edificamos nuestra identidad y nuestra memoria. Y nuestras formas de poseer y aferrarnos...
Llucia Ramis. Las posesiones. Del Asteroide, 2018
Resumen de la editorial:
La narradora de Las posesiones viaja de Barcelona a Palma para pasar unos días en familia y tranquilizar a su padre, a quien la jubilación y unos problemas con un vecino tienen al borde del colapso. Mientras trata de entender su extraño comportamiento, se reencuentra con un antiguo amante y mentor, y recuerda un macabro suceso acaecido a principios de los noventa en el que un exitoso empresario madrileño, socio de su abuelo, mató a su mujer y a su hijo y luego se suicidó.
Locura, exceso de celo, depresión, la protagonista se pregunta por los abismos que esconde cada ser humano. Y muchas de las cosas que ha vivido se le revelan ahora de una manera diferente. Enlazando con pericia tres hilos narrativos distintos –que nos llevan de la crisis del periodismo a la corrupción, pasando por la educación sentimental de la protagonista–, Las posesiones es una novela sobre aquello que perdemos mientras maduramos y aprendemos que «crecer consiste en esto: no tener adonde volver».
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