Que nadie duerma. Juan José Millás


Voy saldando cuentas, como voy pudiendo. Millás, prolífico si los hay y eterno pendiente, terminó por convencerme cuando leí su perfil escrito por Leila Guerriero, una de las mejores cronistas argentinas. En esa entrevista, cuenta:

Decía que un tipo de Segovia, cuya mujer estaba embarazada, tenía que hacer un viaje. Y cuando estaba haciendo noche en la primera posada llegaron unos mensajeros para avisarle que su esposa había muerto. Entonces el hombre regresaba a su pueblo, pero al llegar, ya la habían enterrado. El hombre pedía que le abrieran la tumba para despedirse, y, en el momento de abrir la tumba, se escucha el llanto de un niño que está naciendo de la madre muerta. Y la historia terminaba con estas palabras literales referidas al niño: "Y vivió muchos años, llegando a ser el alcalde de Jerez". Yo me he pasado la vida compitiendo con ese relato. Porque es imposible saber si es de  humor o de terror

La lectura fue muy rápida, apenas dos días, y tuvo muchas fluctuaciones. Me gustó mucho el inicio, me desconcertó un poco en algunos tramos hasta que revisé que este autor suele incorporar lo sobrenatural en sus textos (¿humor o terror?), y se aceleró y me dejó sin respiración en la segunda parte, que devoré en minutos.

Auspicioso debut.






Juan José Millás. Que nadie duerma. Alfaguara, 2018

Resumen de la editorial:
El día en que Lucía pierde su empleo como programadora informática es también el día en que su vida va a dar un giro definitivo, tal vez por una sucesión de casualidades o tal vez porque ese era el destino que le estaba esperando desde su décimo cumpleaños. Como si de un algoritmo se tratara, Lucía establece los siguientes principios sobre los que basará su existencia futura: va a dedicarse a ser taxista; recorrerá las calles de Madrid -o tal vez Pekín- al volante de su taxi mientras espera pacientemente la ocasión de llevar en él a su vecino desaparecido, del que se ha enamorado, y todos los acontecimientos importantes para ella tendrán como banda sonora, a partir de ese momento, la ópera de Puccini Turandot, de la que se siente protagonista.
Lo cotidiano y lo extraordinario se entremezclan en esta novela de amor y terror protagonizada por un personaje femenino inolvidable. En ella están presentes todas las claves del universo narrativo de Millás: la ironía, el desdoblamiento del yo, las distintas facetas que componen la realidad, la soledad y la constatación de una verdad inmutable, la de que el espejo en el que miramos nuestras vidas nos devuelve, indefectiblemente, una perspectiva insólita ante la que solo cabe el más puro de los asombros.



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