El último Hammett. Juan Sasturain
La semana pasada estuve enfrascada en Dashiell
Hammett, porque me esperaba esta novelaza de Juan
Sasturain. Y el fin de semana tuve el gustazo de tener unas palabras con
Sasturain y escucharlo luego hablar de su nuevo libro.
El gran lector que es Sasturain, y su amor por la literatura en general y por Hammett en particular se respiran a cada paso de esta historia, que fue escrita a lo largo de varias décadas.
El gran lector que es Sasturain, y su amor por la literatura en general y por Hammett en particular se respiran a cada paso de esta historia, que fue escrita a lo largo de varias décadas.
Cuando la semana pasada releía El halcón maltés, me volví a detener en el capítulo 7 (Una G en el aire), un raro pero precioso “injerto” que es uno de los puntos de partida de Sasturain para su voluminosa novela. Otro es Tulip, un personaje del texto inacabado de Hammett publicado póstumamente y que no pude conseguir. Y finalmente, como no podía ser de otro modo, un argentino.
Todos estos elementos conforman una novelaza (por su volumen
y por su calidad) que me trajo muchos buenos momentos en una semana, como
tantas otras, de profunda desazón.
Juan Sasturain. El último Hammet. Alfaguara, 2018
Resumen de la editorial:
«“Siempre hay una mezcla de robo, envidia y homenaje”, dijo Dash.»
Corre el año 1953 y el veterano Dashiell Hammett, perseguido por el fisco y el FBI, necesita escribir una nueva novela. No será fácil: a la visita intempestiva de su camarada Tulip se suman las tensiones por la abstinencia del alcohol y el acoso de un grotesco escritor argentino que busca hacerle leer la continuación de una fascinante anécdota de El halcón maltés. Entre el plagio y el homenaje, ese admirador se inmiscuye en la vida de Dash mientras el entrañable Poynton —sparring de Gatica—, el abogado Rosen, la bella Pat Neal y el flaco Roald Dahl entran y salen de una trama donde disparos, secuestros, traiciones y discusiones literarias se entreveran como escapando de las historias que Hammett ya no quiere escribir.
Erudición obsesiva, ambientación minuciosa y una imaginación que no pide permiso: nadie mejor que Juan Sasturain para crear a partir de Tulip —el manuscrito que Hammett dejó inconcluso— esta fervorosa novela no autorizada.
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