En manos de las furias. Lauren Groff
Otro libro sobre el matrimonio, yo, que (graciadió) nunca me
casé…
Libro raro este. En una primera parte, la mirada de él sobre
la vida en común, los fracasos y los éxitos; unos capítulos que si bien no me
resultaron extraordinarios, tenían un olor a anticipación, como si te dijera:
seguí, seguí. Y sí, todo eso es leído bajo otra luz cuando avanzamos en la
segunda parte, los relatos de ella. Por supuesto, a mí, la voz de la mujer
siempre me resulta más aguda (en la literatura, en la vida), más completa y en
algunas ocasiones, hace empequeñecer la voz masculina: hay varones que dan pena
por tontos y engreídos.
¿Hay cosas inverosímiles? Sí, unas cuantas, pero depende de
quién es cada cual al momento de leer, si busca verosimilitud, verdad, o
simplemente conmoverse, o reconocerse, o evadirse, o cuántas cosas más. A mí los libros
siempre me dan exactamente lo que buscaba sin saberlo, o me muestran cosas que estaban en mí, esperando que alguien lo pusiera en palabras. U otras tantas cosas.
Es una novela sobre el matrimonio, sí, pero es mucho más.
Vale la pena.
Lauren Groff. En manos de las furias. Lumen, 2016
Resumen de la editorial
Un hombre y una mujer caminan muy juntos por la playa. Hace frío, pero no importa. De repente se esconden detrás de unas dunas para celebrar su primer acto de amor carnal. Él es Lotto, ella es Mathilde, los dos tienen veintidós años y acaban de casarse, aunque solo llevan unos quince días juntos y saben muy poco el uno del otro. El hilo de sangre que mancha los muslos de Mathilde sella esta entrega que parece absoluta y exclusiva, y así será durante más de veinte años.
Lotto y Mathilde se convierten en la pareja casi perfecta; basta una mirada para que se entiendan, un gesto cómplice para que los dos dejen una sala abarrotada de gente y aprovechen cualquier rincón para amarse. Lotto se dedica a escribir obras de teatro al hilo de su pasión por Shakespeare y Mathilde se convierte en la esposa ideal, que es musa, empresaria y ama de casa. Bien...
Bien, hasta que de repente el destino se impone. Es entonces cuando descubrimos que el matrimonio, bien mirado, es una larga conversación, y que en esta charla caben huecos, omisiones, palabras sueltas que pueden ser mentiras piadosas o alfileres.
Y es que toda historia tiene siempre al menos dos formas de ser contada
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