La flor púrpura. Chimamanda Ngozi Adichie
Hubo una sensación recurrente mientras leía esta novela (disculpen mi francés): tuve ganas de cagar a puñetes al padre y a todo lo que representa, así que el final fue más que satisfactorio, por inesperado, además.
En La flor púrpura nos encontramos con el rigor religioso dentro de una familia elevado a niveles increíbles. En realidad, la vigilancia de la rectitud religiosa es ejercida por el "hombre de la casa", una persona con excelente imagen puertas afuera de la casa.
Chimamanda nos describe un ambiente agobiante y lo hace de tal manera que es imposible no sentir empatía con Kambili y Jaja, o con Ifeoma, e incluso con la pobre madre. Se agradecen estos textos que, aunque estén llenos de crueldad, reconforten más que algunas realidades concretas.
Chimamanda Ngozi Adichie La flor púrpura. DeBolsillo, 2006 (2003)
Resumen de la editorial:
En la ciudad de Enugu, en la exótica Nigeria, la joven Kambili, de quince años, y su hermano mayor Jaja llevan una vida privilegiada. Su padre es un poderoso y respetado hombre de negocios, viven en una bella casa y van a un colegio religioso de élite. Pero, como Kambili revela en su relato con voz tierna, su vida familiar dista mucho de ser armoniosa. Su padre es también un fanático católico que ha dibujado unas expectativas imposibles de cumplir para su familia, a la que castiga con crueldad si no actúa de acuerdo con lo que él considera la perfección evangélica.
Solo cuando tiene noticia de otros modos de vida Kambili adquiere conciencia de la oscuridad y violencia del suyo. La cariñosa y atrevida tía Ifeoma convence a su hermano para que deje a sus sobrinos visitarla en Nsukka. Una vez en el humilde apartamento de su tía descubren un mundo totalmente nuevo, gobernado por la calidez, el respeto a las ideas, la libertad, la ausencia de castigos... Gobernado, en fin, por el amor.
Cuando un golpe militar sacude el país y Kambili y Jaja vuelven a casa transformados por la libertad conquistada, la tensión familiar crece de forma alarmante. Jaja ya no está dispuesto a bajar la cabeza y Kambili tendrá que encontrar la fuerza necesaria para defender a sus seres queridos.
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