El dolor de los demás. Miguel Ángel Hernández
***Advierto que, según como se lea, los párrafos que siguen pueden contener spoilers***
Qué novelaza.
Miguel Ángel Hernández dice que le gustaría escribir una novela al estilo de Carrère, de El adversario o Una novela rusa, que me debo; o de Delphine de Vigan. Como en el caso de la francesa, su objeto/sujeto de escritura e investigación, es muy cercano.
Se trata de meterse en los recuerdos y en los dolores propios a partir de un amigo íntimo y que asesina a su hermana y se suicida. Hernández acierta desde el vamos en el título: porque durante gran parte del libro se pregunta por el dolor de los demás al remover esta historia.
Además de los procesos investigativos, que es un costado que me gusta mucho explorar, el autor se mete con la infancia y la adolescencia en un pequeño pueblo, la presencia constante de la iglesia y, cómo no, de la culpa. Pero lo que me resultó muy interesante es cómo mira, 20 años después, la figura de su madre, la suerte o la desgracia de haber nacido varón o mujer. Acertadísimo y muy duro.
Pero lo que me impactó más haberme olvidado de la víctima. Porque es tan buena narración que yo también, igual que Hernández, llevada por su relato, intentando saber qué le había pasado a su amigo, me olvidé de la víctima. Y sentí como un cachetazo esa silueta desdibujada de la portada.
Miguel Ángel Hernández. El dolor de los demás. Anagrama, 2018
Resumen de la editorial:
En la Nochebuena de 1995, el mejor amigo de Miguel Ángel Hernández asesinó a su hermana y se quitó la vida saltando por un barranco. Ocurrió en un pequeño caserío de la huerta de Murcia. Nadie supo nunca el porqué. La investigación se cerró y el crimen quedó para siempre en el olvido. Veinte años después, cuando las heridas parecen haber dejado de sangrar y el duelo se ha consumado, el escritor decide regresar a la huerta y, metiéndose en la piel de un detective, intenta reconstruir aquella noche trágica que marcó el fin de su adolescencia. Pero viajar en el tiempo es siempre alterar el pasado, y la investigación despertará unos fantasmas que creía haber dejado atrás: la infancia marcada por la Iglesia, el pecado y la culpa; la presencia constante de la enfermedad y la muerte; el universo opresivo y cerrado del que un día consiguió salir. Y con ellos emergerá también la experiencia de una nostalgia contradictoria: la memoria de una felicidad velada, el reencuentro con un origen injustamente sepultado
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