La marca del agua. Montserrat Iglesias


Un monólogo: una apuesta arriesgada de la autora que le salió muy bien. 

La España rural del franquismo y una historia más sobre las huellas de la guerra y la posguerra en este caso con el telón de fondo del traslado de un pueblo arrasado por el agua de una presa. Una historia familiar más donde hay secretos, tensión entre tradición y progreso, diferencias sociales, supervivencia, culpa, la religión como lastre. Una historia más que no es una historia más. Porque al fin y al cabo esta novela es una historia sobre una mujer derrotada por todo ese peso.

Tiene muchas virtudes el libro; la mayor: nos subimos al carro de Marcos en las primeras páginas y vivimos su travesía, miramos el paisaje, escuchamos atentas su monólogo, sentimos sus dolores (también los físicos). Lo acompañamos, nos acompaña. 





Montserrat Iglesias. La marca del agua. Lumen, 2021

Sinopsis de la editorial:
19 de abril de 1950. El agua ya ha alcanzado la piedra que sirve de testigo: en menos de diez días Hontanar desaparecerá para siempre inundado por el pantano. Todos están celebrando la inauguración del pueblo nuevo, solo quedan allí los hermanos Cristóbal.
Pero un suceso terrible les obliga a emprender precipitadamente el viaje: Marcos descubre a su hermana Sara colgada de un machón de la cuadra. Envuelta en la colcha que bordó durante años para un ajuar que ya nunca será utilizado y oculta entre sacos de patatas, Sara recorre ese camino en el carro de su hermano. Después de todo, siempre quiso irse del pueblo.
Durante el trayecto por un territorio que es ya un páramo, Marcos recuerda la historia de la familia, sus sombras y silencios: la llegada siendo unos niños cuyo origen su madre quiso esconder, los deseos de Sara por construirse una vida propia, la obsesión de la madre por el pretendiente perfecto que le procurase una buena boda, los sentimientos e impulsos no confesados, las traiciones y la relación con el ingeniero falangista encargado de las obras del pantano...

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