Enero. Sara Gallardo


Sara Gallardo, como otras tantas mujeres, muchas de ellas argentinas, era una cuenta pendiente. Las tengo en la cabeza, a la caza de lo primero que encuentre.

No me pasa con ellas como suele pasarme cuando me encapricho con un libro y lo quiero ayer, y por no esperar (porque no lo voy a leer apenas llegue, sólo quiero tenerlo) pago de más por un envío, o molesto a algún amigo que anda por los Buenos Aires como sucedió esta semana.

Las tengo en la cabeza a ellas. Y cuando peligrosamente visito una librería sin buscar nada en especial y veo sus nombres... ellas vienen, aguardan algún tiempito en mis estanterías y después, el día que me decido, empiezan a meterse conmigo.

De Enero, primera novela de Sara, sobre quien se ha dicho tanto por no ser sólo Sara Gallardo, sino por haber sido Sara Gallardo Drago Mitre, puedo decir que es una breve novela cuya prosa me sacudió. La mayoría de los párrafos que comparto me resultaron tan limpitos, tan simples, pero de esa simpleza honda, de esa sensibilidad que muchas de nosotras transitamos alguna vez.

Párrafo aparte merece (y lo hay al final de este post) la colección que reeditó esta novela, publicada por primera vez en 1958 y escrita cuando Sara tenía 23 años.









Del Prólogo, de Abelardo Castillo

Don Abelardo es un gran pendiente. Ya iremos hacia allí. Enero forma parte de una colección que él dirigió y que se llamó "Los recobrados".

El breve prólogo es  impecable. Podría postearlo entero, pero búsquenlo. Subo sólo este párrafo, que lo resume y hace necesaria la visita o revisita a muchísimos autores.


Sara Gallardo. Enero. Capital Intelectual, 2009

Resumen de la editorial:
La pertenencia de Sara Gallardo a la alta burguesía nacional no es un dato aleatorio a la hora de comprender y valorar su obra. Su inteligente y sensible mirada pone al descubierto relaciones de dominación, prejuicios y manipulaciones de clase que aparecen en sus obras como datos esenciales de la trama. Gallardo habla de lo que sabe, desde dentro; es una escritora que conoció de primera mano estos personajes que se cruzan en las fronteras sociales y culturales de una Argentina que miraba todavía hacia el siglo XIX. Las relaciones entre patrones y peones o puesteros, es decir, entre señores y siervos de resabio feudal, están mostradas magistralmente y en la exacta medida de las necesidades del relato. Sin maniqueísmos de "buenos" o "malos", los personajes, buenos o malos, viven en la historia portando cada uno su propio y evidente significado.


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