El entenado. Juan José Saer


Con qué enorme placer me sumergí en la relectura de El entenado de Juan José Saer. Qué autor más prodigioso, cuánto extrañaba meterme entre sus páginas. 

La novela puede leerse como el relato de una aventura: un grumete es el único sobreviviente de un ataque de aborígenes a toda la tripulación de una expedición en plena conquista española. Vive 10 años con la tribu y es testigo de uno modo de estar en el mundo, que incluye ritos caníbales. A su regreso a Europa vive hasta el final de sus días tratando de comprender a los colastinés y de encontrar respuestas al mundo "indio" y al mundo "civilizado". Es una posible lectura, ojalá puedas ir más allá. 

Porque lo que hace Saer con esa de por sí interesante historia es mucho más rico, más complejo, más perfecto. Nos hace compartir con el joven grumete y con el anciano relator cientos de preguntas acerca de los recuerdos, la memoria, la realidad, la extranjería, el lenguaje. Muchas quedarán rondando en nuestra cabeza, porque las respuestas son pocas. Apenas una certeza: necesitamos al otro para existir, necesitamos observar y ser observados para que la realidad se materialice. 

Y si todas esas reflexiones nos son entregadas en forma de libro y a través de unas páginas tan bellamente narradas, una está segura de que está frente a lo mejor de la literatura. 
































































Juan José Saer. El entenado. Seix Barral, 2008 (1982)

Resumen de la editorial:
Juan José Saer hace gala de su mejor prosa y, con El entenado, nos coloca ante la ardua interrogación sobre lo real, la historia, la memoria y el lenguaje.
Un anciano de sesenta años escribe la experiencia más fundamental de su vida: ya de regreso a Europa y luego de diez años de convivencia con los indios colastiné, narra ese momento decisivo que todo hombre tiene y que lo moldea de forma definitiva: "ese gran único ayer de la vida". 
Desde la nada -sin nombre, sin padres, pura orfandad e intemperie- y con altamar como privilegiado horizonte a principios del siglo XVI, un adolescente llega, en una expedición española, al Río de la Plata. Esas cosas de delirio y pesadilla, habitadas por indios cuyos rituales de un arcaico apetito lo enfrentan a otra percepción de la realidad, ocuparán por el resto de sus días del ccentro de su memoria.
A ese río que viene del norte, de la selva, el joven había llegado siendo arcilla. Al partir, de piedra, ya no será el mismo. Así también sale transformado del libro el lector de El entenado: advirtiendo la precariedad del mundo que habitamos, lo inacabado del lenguaje que creemos dominar y la certeza de que no se ha previsto en verdad lo que finalmente sucede. 

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