Panfleto. María Moreno


Soy devota de María Moreno.

Algunos (pocos) artículos me resultaron un tanto difíciles, tal vez crípticos, por la sencilla razón de que me falta leer a muchas autoras, ni qué decir de la cinematografía.

Uno de ellos, ¿A Monzón Alicia ya lo perdonó?, que es de 1989, me pareció realmente precursor. Pero especialmente los que están agrupados bajo el título Coda (feminismo instantáneo), escritos al calor de los paros de los últimos 8 de marzo, de los debates por el aborto legal, seguro y gratuito, de los femicidios que no dejan de golpearnos, me sacudieron; algunos me hicieron llorar, mucho.

Qué lujo tener a María Moreno como cronista de este tiempo.

El cuento de nunca acabar
El mirón tiene quien le escriba (1988)


El tintero de Virginia
Qué hacer (1988)


Poética terminal (1989)

El puro yo (1989)

Señoras, ¡a las tripas! (1989)

El libro de Lesbos (1988)

Coda (feminismo instantáneo)
¿A Monzón Alicia ya lo perdonó? (1989)


El peso de la ley (2003)


Romina (2004)

¡Marche presa! (2005)

Elogio de la furia (2016)


Conventillear (2017)



8 de marzo (2018)


Fetochismo y terror (2018)

Las margaritas de la conciencia (2018)


Ninguno de los dos (2018)


Feminismo anal
El preciado Guy saber


Culo argento

Panfleto


María Moreno. Panfleto. Erótica y feminismo. Random House, 2018

Resumen de la editorial:
Autora fundamental de la crónica, el microensayo y la literatura del yo, es en Panfleto, sin embargo, que María Moreno revela el más persistente de sus intereses intelectuales, políticos, literarios y críticos. Publicados a lo largo de cuarenta años en revistas y diarios de circulación y suerte diversa, estos artículos pueden leerse no solo como "cuadernos de aprendizaje", sino como bitácora de un movimiento que se volvió masivo y como un manifiesto insurgente y solidario.
«A finales de los años ochenta y noventa yo me intoxicaba con las importaciones teóricas de las feministas de la nueva izquierda que releían en la estructura de la familia en el capitalismo la sevicia del trabajo invisible, de las estructuralistas de la diferencia que inventaban un Freud a su favor y de las marxistas contra el ascetismo rojo. No leía, volaba. (...) Es decir, escribía animada por lo que iba aprendiendo, relacionando o imaginando que inventaba, sola y exaltada. Porque no recuerdo que supiera quiénes me leían, a quiénes me dirigía», declara.
Recuperados como corpus, estos textos sobre erótica y feminismo van hoy al encuentro de millones de activistas, de militantes, de rebeldes.

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