En estado salvaje. Charotte Wood


Primera cosa para decir: ya me había pasado con Expediente 64, de Adler-Olsen: la fama de las sociedades nórdicas de calma y normalidad se cae a pedazos cuando conocemos las  historias de espacios destinados a mujeres consideradas inmorales o retrasadas. Algo similar ocurrió en la Australia de Charlotte Wood en los años 60 y 70. Castigos para las mujeres que no cumplen con los mandatos de “lo femenino”. La distopía de Margaret Atwood no es ningún cuento.

Segundo: En estado salvaje no es un thriller, pero se lee como si lo fuera, tal es el ritmo narrativo de la novela y la capacidad de la autora de transmitir la opresión y el miedo que transmiten.

Tercero: Incomodidad. Mucha.








Charlotte Wood. En estado salvaje. Lumen, 2017

Resumen de la editorial:
Son diez, y al despertarse una mañana descubren el horror: alguien las ha drogado y trasladado a un lugar siniestro en medio de la nada. Están encerradas en barracones oscuros, llevan unas túnicas de algodón basto, unas botas viejas y el pelo rapado.
Van atadas como animales, caminan sin descanso a las órdenes de sus captores, y al volver les esperan un cuenco de papilla amarillenta y un vaso de agua sucia. No hay luz en el barracón ni conexión alguna con el mundo exterior; el silencio solo se rasga con el canto enloquecido de los pájaros por la noche.
Son diez, diez mujeres jóvenes que fueron muy hermosas. Hace poco seguían las últimas tendencias de la moda, y ahora intentan saber qué pasó, dónde están y cómo salir de esta pesadilla. Preguntan, intentan averiguar, seducir a quien haga falta, pero la verdad tarda en llegar. ¿Vale la pena esperar?
Al hilo de la mejor tradición literaria, con ecos que nos recuerdan las escenas más impactantes de El cuento de la criada y El señor de las moscas, Charlotte Wood ha escrito una novela hipnótica que nada tiene que ver con un futuro lejano. Estas diez mujeres podrían estar hoy aquí. Es más, podrían ser cualquiera de nosotras. Quien avisa no es traidor.

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