El chino. Henning Mankell
Siempre leer a Henning Mankell me produce sensaciones que van mucho más allá de sus historias. Me dan muchas ganas de tener unas largas vacaciones sólo para volver a Kurt Wallander, enterito, con sus depresiones y sus tortillas de champignones. Ojalá pueda ser alguna vez.
El chino es un intermedio entre el detective y las otras hermosas novelas: no está aquí Kurt, pero hay una muy buena trama y esa sensibilidad ante la vida en general que el sueco siempre me supo transmitir.
Henning Mankell. El chino. Tusquets, 2012
Resumen de la editorial
Una helada mañana de enero de 2006, un fotógrafo hace un descubrimiento aterrador: en el pueblecito sueco de Hesjövallen aparecen brutalmente asesinadas diecinueve personas. La policía sospecha que es obra de un perturbado; pero la jueza Birgitta Roslin, que se interesa por el caso en cuanto sabe que entre las víctimas figura la familia adoptiva de su madre, sostiene otra teoría. Una cinta de seda roja encontrada en la nieve le pone en la pista de un sospechoso llegado de fuera, y de una inquietante trama oculta que parece arrancar en Pekín. Birgitta ignora que todo se remonta a una vieja historia del año 1860, cuando miles de chinos fueron llevados a Estados Unidos a trabajar casi como esclavos en la construcción del ferrocarril en la costa oeste. Las consecuencias de esa dramática odisea, encarnada en los descendientes de los hermanos Wu, San y Gou Si, llegan hasta la conflictiva pero poderosa China del siglo XXI, donde cruentas luchas de poder en el seno del Partido Comunista Chino están decidiendo el futuro del país a las puertas de los Juegos Olímpicos. Pero su persecución del asesino, en solitario y al margen de la policía, se interrumpe en cuanto Birgitta siente en la nuca el aliento frío de quienes quieren acabar con su vida.
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