Indócil. Laura Ortiz Gómez
Tiene mucho de novedoso Indócil: una casa cuenta su vida y la de las y los habitantes que por ella pasan. Sufre mucho, goza apenas.
Hay otros que hablan. A principios del siglo XX cuentan sus penurias inmigrantes, empleadas domésticas, los huesos de una niña tehuelche. Habla una imprenta a través de los panfletos que escupe. El anarquismo habla. Las escobas hablan.
Toda la novela, todos sus personajes, dialogan a su manera sobre la propiedad. Y ahí está la huelga de inquilinos que sacudió los cimientos de esa casa y expuso la crueldad y la prepotencia de Ramón Falcón y sus secuaces.
Si algo deja como recordatorio esta novela es que no debemos olvidar nunca a quienes nos precedieron en nuestras luchas. Nunca.
4/5🎗
Laura Ortiz Gómez. Indócil. Tusquets, 2025
Sinopsis de la editorial:
Vira y Olena cuidan la casa, le acarician el paladar con sus escobas, le aflojan las puertas con aceite. La casa recuerda, mientras todos olvidan, cómo le brotó el lenguaje, cómo dijo recién nacida: Soy la casa de mí. En ese frenesí de palabras nombró y contuvo a los huesos que se escondían en sus muros: fue el eco del llanto de la niña tehuelche que don Demetrio mandó traer de la campaña del desierto; fue el grito del futuro en una asamblea infinita en la que aún participan los muertos. Recuerda también abrirse ante la llegada de Taras, que vino a declarar que nada le pertenece a nadie, a demostrar que las cosas, todas, son para jugar.
Indócil narra la historia de amor que, en 1907, rodeó la huelga de las escobas, cuando las habitantes de los conventillos de Buenos Aires decidieron dejar de pagar la renta y salir a barrer la inmundicia del mundo capitalista. En un coro delirante en el que hasta la tierra habla, Laura Ortiz Gómez libera toda ternura y arma con ella una rebelión.
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