Las niñas del naranjel. Gabriela Cabezón Cámara


Uff. Si me alejo un minuto de la historia en sí misma, queda la prosa, la magnífica prosa de Gabriela Cabezón Cámara. Para mí, primero eso, y después la historia.

Una historia increíble: la de Antonio, que antes fue Catalina. Que se escapó de un convento y vestida de hombre trabajó y mató y llegó a América, donde trabajó, mató, se salvó de la horca y conoció la selva. Y desde allí, con dos niñas indias, hambrientas como él, descubre otra vez el mundo.

En la novela se mezclan géneros e idiomas, hay cartas, diálogos, cantos, español y guaraní. Y la mirada de Antonio, con esos ojos nuevos llenos de selva que relatan el proyecto colonizador de España sobre nuestra tierra. 














Gabriela Cabezón Cámara.  Las niñas del naranjel. Random House, 2023

 Sinopsis de la editorial

Para cumplirle a su Virgen del naranjel -lo ha salvado de la horca- Antonio huye con dos niñas famélicas. En la selva, tan viva como un animal hecho de muchos, comienza una carta a su tía, priora del convento del que escapó siendo novicia. Arriero, tendero, soldado, grumete y paje, ha empuñado la espada y hundido la daga. Ahora debe cuidar de una manada y de Michi y Mitãkuña, que lo interrumpen una y otra vez con sus preguntas difíciles.
La autora encuentra en Catalina de Erauso, la legendaria Monja Alférez, quien narre la cruel destrucción de América y le permita avanzar contra los géneros. Donde la avaricia colonial destruye, esta novela monumental funda una nueva gramática amorosa en la que el cine de Miyazaki, los rezos en latín, las canciones en vasco y las palabras del guaraní rompen la métrica del Siglo de Oro.

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