Rebeca. Daphne Du Maurier
¡Qué novelón! Me costó un poco encontrarle el ritmo, yo que vengo de leer muchas novelas del siglo XXI. Me encontré con una del siglo XX pero con muchas, muchas reminiscencias del siglo XIX.
Pero una vez que me aclimaté a la prosa preciosa, plagada de metáforas, descriptiva hasta el más mínimo detalle; a las disquisiciones de una inocente mujer frente a un nuevo mundo complejo; al relato (¡tan siglo XIX!) sobre diferencias sociales y damiselas, vamos, este es un novelón.
Después de poco más de la mitad de la novela, la trama da un giro argumental totalmente inesperado para mí y es entonces cuando el ritmo se torna más ágil y el misterio cobra una presencia más importante.
Nota aparte para el trasfondo: una niña-mujer de 18 años se casa con un hombre de poco más de 40. Ella pobre, él rico. Es especialmente el personal de servicio de la casa, la "servidumbre", quien hace sentir desubicada e inferior a la nueva señora De Winter. Tampoco es muy difícil para ella sentirse apocada: su inseguridad es por momentos desesperante. Los celos de ella y la nula capacidad de diálogo del señor De Winter aportan otros pincelazos que juegan muy bien en la intriga que se va generando según pasan las páginas.
Daphne Du Maurier. Rebeca. Sudamericana, 2016 (1938)
Resumen de la editorial:
“Anoche soñé que había vuelto a Manderley. Me encontraba ante la verja del parque pero durante algunos momentos no pude entrar. La puerta estaba cerrada con candado y cadena. Llamé en sueños al guarda, pero nadie me contestó y cuando miré detenidamente a través de los barrotes mohosos de la verja, vi que la caseta estaba abandonada”.
Nadie que conozca la película basada en esta novela podrá olvidar la voz en off que recita la frase inicial de la obra más lograda de Daphne du Maurier: Rebeca. Así comienzan los recuerdos de la segunda señora De Winter, que la transportan de nuevo a la aislada y gris mansión situada en la húmeda y ventosa costa de Cornualles. Con un marido que apenas conoce, la joven esposa llega a este inmenso predio para ser inexorablemente ahogada por la fantasmal presencia de la primera señora De Winter, la hermosa Rebeca, muerta pero nunca olvidada. Su habitación permanece intacta, sus vestidos listos para ser lucidos, y su sirvienta, la siniestra señora Danvers, aún le profesa una devoción malsana. Y con el espeluznante presentimiento de que algo maligno le está aprisionando el corazón, la joven comienza a investigar el verdadero destino de Rebeca: el oscuro secreto de Manderley,
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