El nieto. María Seoane y Roberto Caballero


El día que compré este libro (no hace mucho, la verdad), empecé a leerlo por el último capítulo: necesitaba confrontar el encuentro de Estela e Ignacio-Guido con las sensaciones propias en ese mismo momento. Y me pasó lo mismo en ambas ocasiones.

Hace un año, en la tarde, salí a caminar escuchando radio. Radio Nacional Santa Fe, como cada siesta-tarde. Y mi amigo el Turco diciendo que había aparecido el nieto de Estela. Cambié rumbo y me fui de mis viejos. Apurada. Cuando llegué yo ya lloraba; papi estaba sacando el auto para ir quién sabe dónde y alcancé a decirle por la ventanilla: "apareció el nieto de Estela". Abrió los ojos, ¿en serio?, me dijo; y agregó: ya vengo. Con mamá prendimos la tele; empecé a tuitear. Eufóricos estábamos todos; mensajes con mi hermana. No dejaba de llorar. Igual que cuando empecé el libro leyendo el último capítulo.

Mis emociones eran tal como las recordaba. Las reviví. Lloré tanto en la lectura como hace un año. Como se llora cuando una recibe la mejor noticia de su vida, porque aunque sus protagonistas sean otros, una también es parte.





María Seoane y Roberto Caballero. El nieto. Sudamericana, 2015

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