Una sombra ya pronto serás. Osvaldo Soriano


Me conmueve siempre volver a Osvaldo Soriano, "obligada" por los 20 años de su muerte que se cumplieron la última semana y que me trajeron tantos lindos recordatorios.

Todos sus libros están en casa de mi viejo, todos ellos creo, son primeras ediciones. Se publicaban y en seguida nomás se compraban.

Tienen olor de veintipico de años, y no sólo en sus hojas. Está ese olor a cómo viví y leí en los años 90. Y está la frase de Ítalo Calvino, que no recuerdo que en Si en una noche de invierno un viajero me haya tocado especialmente, pero me quedó todo el tiempo resonando: "Hace tiempo que todo me sale torcido". Recuerdo haber leído ese libro de Calvino sólo para encontrar esa frase, pero no encontré en ella lo mismo que en la novela de Soriano.

Es conmovedor releer a Soriano por estos días. Y da mucha tristeza y nostalgia.







Osvaldo Soriano. Una sombra ya pronto serás. Sudamericana, 1990

Resumen de la editorial:
Un hombre «cansado de llevarse puesto» deambula por las rutas de la Provincia. En pocos días hará más relaciones que en todos los años que vivió en Europa: un acróbata y prestidigitador de 120 kilos para quien lʼavventura è finita; una vidente y astróloga de pistola al cinto; un banquero que busca el casino imposible donde jugarse a todo o nada; un «compañero» que glorifica la economía de libre mercado mientras baña paisanos por las estancias; un general que no se rinde aunque haya perdido su infantería en pleno campo; un cura que se ha privatizado y logra que los ricos pasen por el ojo de la aguja para ganar el reino de los cielos; dos jóvenes que van a Estados Unidos en un Mercury 47 pero no encuentran la Panamericana. Gauchos que cambian dólares; mujeres que rechazan por delirante al príncipe azul que se pasea por las pampas. Los mejores recuerdos de la vida jugados al azar de los naipes.
Tandil y Colonia Vela quedan cerca de Cleveland, Ohio, y el paraíso boliviano está un poco más allá de la próxima rotonda. Destinos cruzados, rutas argentinas: los que se van del país y los que se quedan, sorprendidos en medio del viaje, sin respuestas definitivas, con pocas certezas e inmensos sueños rotos. La condición humana se proyecta en la imagen del camino: esta novela magistral transcurre en rutas desiertas, moteles en huelga, trenes vacíos y pueblos fantasmas. Desde allí se comprende mejor un país que repele y atrae al mismo tiempo. Una sombra ya pronto serás parece sugerir que aún queda la posibilidad de vivir el naufragio con humor y con dignidad.

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