Huesos en el desierto. Sergio González Rodríguez
Hace muchísimos años quería leer este libro: exactamente desde que leí por primera vez 2666. Allí, en la literatura pura de Roberto Bolaño, los crímenes de Santa Teresa, o Ciudad Juárez me parecieron la parte más alucinante de la novela, que es la contracara o, mejor, la traducción literaria de una gran crónica periodística que escribió hace ya bastante Sergio González Rodríguez.
Es que no se me ocurre otra palabra que alucinante y me resisto a ir al diccionario a buscar un sinónimo porque no creo que otro vocablo pueda describir cómo yo sentí este libro.
La misoginia, el machismo, el patriarcado, todo exacerbado por el narcotráfico y la industria de las maquilas (y, por supuesto, la frutilla del postre: la impunidad política, policial y judicial) que sembraron de cadáveres de niñas y mujeres esa ciudad mexicana.
Un horror, pero, como dice el autor, no hay derecho a tener miedo, porque "la valentía de las víctimas al encarar en el último momento la indignidad de su muerte, nos librará del miedo, siempre, una y otra vez".
Sergio González Rodríguez. Huesos en el desierto. Anagrama, 2015
Resumen de la editorial
Huesos en el desierto describe la fórmula precisa para cometer crímenes perfectos. Basta pensar en una urbe en la que hubiera libertad para violar, torturar y matar mujeres, los policías encubrieran a los asesinos o fueran sus cómplices, maquinaran la culpabilidad de gente inocente y amenazaran o atentaran contra la vida de quienes se atreviesen a denunciarlos. En consecuencia, los culpables estarían libres y el gobierno cerraría los ojos. Sería una intriga siniestra de la barbarie de género: más de un centenar de víctimas de homicidios en serie de cariz sexual. Tal abismo construiría una historia insólita de horror, excepto por un rasgo: es real, nada especulativo ni ficticio. Tan verídico como las víctimas, los documentos, los testimonios, los indicios, las evidencias que se acumulan en Huesas en el desierto, producto de una pesquisa sistemática que se remonta a la década anterior y escruta el presente como objeto de estudio histórico. En el mapa, el punto se llama Ciudad Juárez, que se ubica en el Estado de Chihuahua, frontera mexicana con Estados Unidos, y constituye una auténtica «dimensión desconocida» twilight zone, como la describió el célebre superdetective estadounidense Robert K. Ressler, ya que consiente la más alta tecnología de la industria multinacional allí asentada tanto como los contrastes sociales, la pobreza, el flujo nómada de los migrantes en un territorio inscrito en el crimen organizado, el narcotráfico, la violencia, las toxicomanías destructivas, y donde muchas personas resisten desde el apoya mutuo este empuje opresivo.
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