Desgracia. J. M. Coetzee


Vengo indecisa con mis lecturas. Terminé con Virginia Woolf, con Mario Wainfeld, en el medio Sara Mesa. Dos ensayos, una novela. Saco las clases de Piglia de la biblioteca y me digo: ¿otra vez don Ricardo sin haber leído a Macedonio o a Gombrowicz? Vuelvo a Piglia a su estante, saco a Macedonio. Me da pereza. Sé que me va a gustar, pero en estos días, pereza. Vuelve Macedonio a su lugar de espera. Tengo tres pilas de nuevos libros por acomodar cuando haya espacio. Busco una novela para intercalar ensayo-novela-ensayo-novela. Y acá está Coetzee.

Don David es un hombre "deseante", pero no tendría problemas en dejar de serlo y transformarse en un castrado. En esa primera parte de la novela, me resultó muy interesante cómo este hombre mira a las mujeres como objetos de deseo y cómo se hace cargo de sus pasiones, aún a costa de su trabajo.

Luego la novela da un giro y ¡ay!, otra vez nosotras, las mujeres y otra mirada de David y los estremecimientos de una y toda Sudáfrica latiendo ahí...












J. M. Coetzee. Desgracia. Debolsillo, 2015

Resumen de la editorial
A los cincuenta y dos años, David Laurie tiene poco de lo que enorgullecerse. Con dos divorcios a cuestas, apaciguar el deseo es su única aspiración. Sus clases en la universidad son un mero trámite, para él y para los estudiantes. Cuando se descubre su relación con una alumna, David, en un acto de soberbia, preferirá renunciar a su puesto antes que disculparse en público. Rechazado por todos, abandona Ciudad del Cabo y visita la granja de su hija Lucy. Allí, verá hacerse añicos todas sus creencias, en una tarde de violencia implacable. Desgracia es una historia profunda y extraordinaria que no dejará indiferente al lector.

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