Los detectives salvajes. Roberto Bolaño
En general releo poco, porque hay muchos libros por leer y
eso que me dedico principalmente a la literatura contemporánea y renuncio a los
clásicos…
Hay unas pocas excepciones. Hace algunos años releí todo
Saer, por orden de aparición. Fue fascinante la relectura.
Desde que leí esta suerte de no-biografía
de Roberto
Bolaño, tuve el impulso, la necesidad y el deseo de releerlo. Arranco con Los
detectives salvajes. Ya había publicado algunos párrafos subrayados por acá,
pero van de nuevo en este post aquellos (en negro) y los nuevos (en rojo).
Recuerdo las circunstancias de la primera lectura (en un
trabajo muy muy aburrido y con muchas horas de soledad, sacaba del cajón el
libro cuando nadie me veía). Esta relectura, en cambio, fue más tranquila,
aunque apenas me llevó una semana. Es un libro de muchas páginas y que pesa en
el bolso, así que no lo llevé conmigo en el colectivo, o a las salas de espera.
En esas circunstancias fueron libros pequeños como los que están en el blog en
los últimos días. A este libraco lo leí en casa: en el futón con mi gato
masajeando mi panza, frente al plato de comida a la noche, en la cama cuando
pintaba el descanso.
Soy una bolañesca convencida. El problema es que ahora
necesito imperiosamente releer, no todos, pero sí al menos dos libros más:
porque sí, porque me gustan, me hacen bien, me completan.
En fin…
Sé que el secreto de la vida no está en los libros. Pero también sé que es bueno leer, en eso estábamos los dos de acuerdo, es instructivo, o es un consuelo
Roberto Bolaño. Los detectives salvajes. Anagrama, 2011
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