El traductor. Salvador Benesdra


Leyendo hace poco tiempo a un mexicano listar sus veintitantas mejores novelas argentinas me topé con esta, de la que no tenía la más pálida idea. "De culto", decía. Y yo, sin noticias. 

Pero acá está, recién leída, recién estrenada yo en esta lectura a la que no le sobra ninguna de sus muchas páginas, a la que no le sobra ningún elogio.

El traductor es LA novela de los años 90, escrita mientras transcurría esa década que transformó el mundo y que Benesdra captó magistralmente, aunque no alcanzó a ver todas sus consecuencias. Escribió una obra maestra, no exagero. 

Ricardo Zevi trabaja como traductor en una editorial "progre". Él, un intelectual de izquierda, culto, va a ver cómo se corre el velo de esa patronal, cómo se inicia lo que entonces se llamó racionalización o reestructuración empresaria, cómo mientras cae la URSS las asambleas de trabajadores se vacían de sentido, las personas muestran su cara más individualista. Y Zevi vive todo esto con una intensidad alucinante, porque además, como él, Benesdra sufre algunos episodios psicóticos.

Y Zevi se lanza entretanto a la conquista de Romina, una joven religiosa y anorgásmica. Y comete crueldades y aberraciones con ella. 

Hay documental para profundizar en El traductor y en Salvador Benesdra: Entre gatos universalmente pardos (2018). El periplo de la publicación de la novela, las partes autobiográficas, la enfermedad, el suicidio de Salvador, Página 12, su desencanto. Todo está en la novela pero el documental complementa.













Salvador Benesdra. El traductor. Eterna Cadencia, 2020 (1998)

Sinopsis de la editorial:

Ricardo Zevi traduce para Turba -una editorial de izquierda y de las últimas que a comienzos de los 90 aún tenía un traductor en planta- a un filósofo liberal y racista que estaba terminando de remo- ver las pocas coordenadas ideológicas que le quedaban. Había caído el Muro de Berlín y la URSS colapsaba dejando una parte alarmante de la sociedad "en manos de una mafia reconvertida del stalinismo al robo y la trata de blancas". En eso pensaba Zevi cuando en un bar conoce a Romina, una salteña adventista que recorría las mesas llevando la palabra del Señor. El desafío de levantársela le es irresistible. Romina resulta ser justo lo que necesita, alguien capaz de vivir las aberraciones e inclemencias del destino como una estratagema de Dios, pero junto con el amor surgen también los obstáculos. Los problemas sexuales abren la puerta a la perversión y la violencia. Mientras en Turba, ese reducto hasta entonces inmune a la explotación debido a las ideas progresistas de sus dueños, comienza a operar el "remedio milagroso" de la flexibilización laboral.

Una novela extraordinaria que con una prosa de tono lírico y una fuerza abrumadora retrata y reflexiona acerca del mundo del trabajo, el desbande sindical y la crisis de la izquierda en tiempos de ajuste neoliberal y menemismo, pero también acerca de las posibilidades e ironías del amor en medio de la desesperación y la impotencia. En palabras de Elvio E. Gandolfo, "una de las mejores novelas argentinas que se hayan escrito desde 1810".

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