Dos del "Alfabeto del crimen". Sue Grafton

 

Me encantan estas novelitas protagonizadas por una simple pero nada ingenua Kinsey Milhone. Todas las novelas del "alfabeto del crimen" están ambientadas en los años 80, donde esta detective realiza sus investigaciones con fichas de papel, máquina de escribir, teléfonos de línea y fotocopiadora. 

Las tramas son sencillas, con la dosis justa de dramatismo y con el humor fino de una Kinsey en sus treinta años y con dos divorcios a cuestas.

F de fugitivo es un poco más clásica: la detective trata de desentrañar un crimen antiguo. T de trampa aparenta ser más tranquila: desarrolla dos historias relacionadas con fraudes a seguros y cuestiones de identidad. Hacia el final todo se pone intenso.

Grandes compañías para despejar la cabeza.



F de fugitivo. Tusquets, 2015 (1989)
***


T de trampa. Tusquets, 2015 (2007)


Sinopsis de la editorial:
F de fugitivo
Cuando Kinsey Millhone acepta trabajar para el viejo Fowler y averiguar quien mató hace diecisiete años a la jovencísima Jean, no se da cuenta enseguida de que las heridas familiares pueden ocultar tanto misterio y tanta pasión. Bailey, hijo de Fowler, había sido juzgado y declarado culpable y, tras un año de prisión, había huido y desaparecido. Fowler quiere probar la inocencia de su hijo para que pueda volver a su lado. Kinsey descubrirá que Jean era más bien ligera de cascos; sabrá donde fueron a parar los 40 000 dólares que el primer sospechoso dejó a la jovencita antes de que ella muriera; y por qué también podrían haber sido sospechosos el director de la escuela, el propietario de un jacuzzi o la chiflada de su mujer, el abogado del acusado o incluso el pastor anglicano… Entretanto la policía tropieza con el fugitivo Bailey, que vive otra vida con otro nombre. Vuelve a abrirse el caso, y todo sigue igual que la mañana en que habían encontrado el cuerpo estrangulado de Jean en las arenas de la playa.

T de trampa
Es el mes de diciembre, y Kinsey Millhone atraviesa una época de calma. Tiene entre manos un caso rutinario: una colisión entre dos vehículos, que ha de investigar para el abogado Lowell Effinger. Sin embargo, a medida que avanza en sus pesquisas, empieza a sospechar que la mayoría de los implicados, incluidos los testigos, no son lo que parecen. Además, la tranquilidad de Kinsey se ve perturbada cuando Gus Vronsky, un vecino que no se distingue precisamente por su amabilidad ni su buen humor, sufre una caída y no puede valerse por sí mismo; contrata entonces a Solana Rojas, una enfermera que habrá de cuidarlo y tras cuya aparición Gus parece ir de mal en peor. Para colmo, Henry, el octogenario casero de Kinsey, se echa novia e insiste en que la detective le dé su opinión. Inmersa de pronto en todos estos asuntos que no le dan respiro, Kinsey se ve obligada a agudizar su olfato de investigadora, pues tendrá que lidiar con peligrosos psicópatas, con desaprensivos inquilinos y caseros y con ciudadanos aparentemente honestos que, de una manera u otra, hacen trampa y ocultan una identidad irredenta. 
 

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