Zona de obras. Leila Guerriero


"Respeten", es la recomendación primera de Leila Guerriero para periodistas. "Respeten", dice, y parece una cosa tan básica. Pero una después mira el diario, prende la tele, escucha la radio o ve el twitter. Y muy pocos hacen caso de esa consigna tan básica: "Respeten". Y se me viene a la cabeza la imagen de Sergio Maldonado diciendo: "si no tienen qué decir, pasen música", pero respeten.

Los artículos de este libro dan mucha envidia, porque Guerriero es optimista respecto al periodismo y escribe que da envidia, otra vez. Yo no. Pero ella es Leila Guerriero y yo no. 

El bovarismo, dos mujeres y un pueblo de La Pampa



El síndrome

Qué es y qué no es el periodismo literario: más allá del adjetivo perfecto




Tan fantástico como la ficción

(Del arte de) contar historias reales

Acerca de escribir

Sobre algunas mentiras del periodismo lationamericano

Nacido para ser privado

Dejar morir

La imprescindible invisibilidad del ser, o la lección de Homero

Leila Guerriero. Zona de obras. Anagrama, 2015

Resumen de la editorial:
¿Por qué, para qué y cómo escribe un periodista; de qué está hecha su vocación y qué es lo que le da sentido en estos tiempos? Zona de obras reúne columnas, conferencias y ensayos que la argentina Leila Guerriero hilvanó en torno a esas preguntas y que, publicados en diversos medios o leídos en encuentros literarios en América Latina y en España, se recogen por primera vez en un libro. El resultado es un mural en el que cada pieza apunta al corazón del oficio, lo ilumina y, al mismo tiempo, lo cuestiona: ¿cómo y cuándo nace la pulsión por escribir; de qué manera se alimenta; por qué vale la pena llevar un texto periodístico a su máximo potencial expresivo? Éste es un libro sobre la escritura de no ficción pero, también, sobre el cine, el cómic, las artes plásticas, la infancia, Madame Bovary, África, los padres y las lecturas, y respira, en cada una de sus páginas, la convicción de que el periodismo no es un género menor sino un género literario en sí mismo.
«Yo no creo en las crónicas interesadas en el qué pero desentendidas del cómo. No creo en las crónicas cuyo lenguaje no abreve en la poesía, en el cine, en la música, en las novelas... Porque no creo en crónicas que no tengan fe en lo que son: una forma de arte», escribió Guerriero en una de esas piezas. Acorazada en esa fe, desarma –con audacia, con insolencia, con humildad, con elegancia– los mecanismos íntimos de su trabajo y se sumerge en el detrás de escena del peligroso engranaje de la creación.


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