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sábado, 21 de marzo de 2020

Poeta chileno. Alejandro Zambra


Cuando esperaba encontrar algo bueno, encontré algo abrumadoramente bueno. Es que la escritura de Alejandro Zambra, enternecen sus personajes, emociona su recorrido literario y aunque no sea lectora de poesía no me hizo falta para entender la belleza de Poeta chileno.

En tiempos de masculinidades cuestionadas y familias que van buscando sus formas Gonzalo conmueve con sus decisiones y sus dudas, con su manera de ser padre y padrastro, con sus culpas, sus errores.

Todos los personajes tienen su punto de ternura: el hermoso Vicente, la solitaria Carla, la espléndida Pru. Y la gata Oscu también, claro.

Bella, bella, bella novela.

*Curiosidad: segundo libro consecutivo que leo con mucha presencia de Catedrales, de Carver. Ahora hay tiempo para releer.




















Alejandro Zambra. Poeta chileno. Anagrama, 2020


Resumen de la editorial:
Durante buena parte de esta novela Gonzalo es un poetastro que quiere ser poeta y un padrastro que se comporta como si fuera el padre biológico de Vicente, un niño adicto a la comida para gatos que años más tarde se niega a estudiar en la universidad porque su sueño principal es convertirse –también– en poeta, a pesar de los consejos de Carla, su orgullosamente solitaria madre, y de León, un padre mediocre dedicado a coleccionar autitos de juguete.
El poderoso mito de la poesía chilena –un personaje secundario dice, aludiendo a los veredictos de la Academia Sueca, que los chilenos son bicampeones mundiales de poesía– es revisitado y cuestionado por Pru, una periodista gringa que se convierte en testigo accidental de ese esquivo e intenso mundo de héroes e impostores literarios.
«La verdadera seriedad es cómica», decía Nicanor Parra, y esta novela sobre poetas que desprecian las novelas lo demuestra brillantemente.
El laberinto masculino actual, los trágicos vaivenes del amor, las familias –o familiastras– fugaces, la omnipresente desconfianza en instituciones y autoridades, el deseo valiente y obcecado de pertenecer a una comunidad en parte imaginaria, el sentido de escribir y de leer en un mundo hostil que parece desmoronarse a toda velocidad… Son muchos los temas que este libro hermoso, contundente y desenfadado pone encima de la mesa. Autor de obras que se han vuelto emblemáticas, como Bonsái, Formas de volver a casa, Mis documentos o Facsímil, Alejandro Zambra regresa en grande a la novela con este libro que lo confirma como una de las voces fundamentales de la literatura latinoamericana en lo que va de siglo.

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