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sábado, 22 de junio de 2019

Siliconas express. María Inés Krimer


Muy interesante esta colección Negro absoluto dirigida por el querido Juan Sasturain, con policiales contemporáneos argentinos.

En esta novela, María Inés Krimer retoma a la detective Ruth Epelbaum, a quien presentó en un libro que aún no leí. Se trata de una mujer que me cae muy simpática: no es una "mujer fatal", pero tampoco una asexuada. Se preocupa en su vida personal por cuestiones ordinarias y a la hora de investigar crímenes hace gala de curiosidad y valentía.

El mar de fondo de Siliconas express es el negocio (los negocios) montado alrededor de la obsesión por el cuerpo perfecto a toda edad. Entre peluquerías, clínicas estéticas y gimnasios, Ruth pone el cuerpo, hace preguntas, responde algunas, todo con una prosa muy ágil y entretenida.





María Inés Krimer. Siliconas express. Aquilina, 2013

Resumen de la editorial:
Peluquerías, postizos, tinturas, cortes y extensiones, quirófanos, clínicas, lipos, liftings, flotadores, operaciones estéticas, residuos patógenos. Los ámbitos en los que transcurre y el vocabulario que ilumina esta siniestra historia protagonizada por Ruth Epelbaum -la detective creada por Krimer en Sangre Kosher- nos anticipan que en esta novela, como siempre, las mujeres se hacen cago, padecen, disfrutan, ponen el cuerpo. Y lo pone sobre todo la entrañable Ruth.
A diferencia de ciertas heroínas del género tan eficaces como asexuadas, la archivista transplantada de la judería entrerriana a Villa Crespo es siempre una mujer. Hecha de puras ganas, Ruth es una mina entera, que se vale como puede. La resolución de cada caso es un milagro de supervivencia. Y mientras ella se cuela en una fiesta de reviente en un country de Cañuelas, le tiran un cadáver en una mansión de San Isidro y otro por la borda en el Casino de Puerto Madero, y arriesga huesos y pellejo en gimnasios barriales y clínicas top de  la calle Talcahuano, van desfilando una serie de personajes con filo, doble fondo y sin desperdicios: el violento Silveyra, turbio y prontuariado; el cirujano Vidal y su anómala familia; Marcia Tesoro, la grotesca diva atontada, e incuso la equívoca Norrita, una "mosquita muerta" chandleriana.
Ya lo dijo el apócrifo Vernon Sullivan: Elles se rendent pas compte. Es decir: Con las mujeres no hay manera o con las mujeres nunca se sabe.
Bienvenidos al mundo Krimer.
Juan Sasturain

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