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miércoles, 26 de octubre de 2016

Desgracia. J. M. Coetzee


Vengo indecisa con mis lecturas. Terminé con Virginia Woolf, con Mario Wainfeld, en el medio Sara Mesa. Dos ensayos, una novela. Saco las clases de Piglia de la biblioteca y me digo: ¿otra vez don Ricardo sin haber leído a Macedonio o a Gombrowicz? Vuelvo a Piglia a su estante, saco a Macedonio. Me da pereza. Sé que me va a gustar, pero en estos días, pereza. Vuelve Macedonio a su lugar de espera. Tengo tres pilas de nuevos libros por acomodar cuando haya espacio. Busco una novela para intercalar ensayo-novela-ensayo-novela. Y acá está Coetzee.

Don David es un hombre "deseante", pero no tendría problemas en dejar de serlo y transformarse en un castrado. En esa primera parte de la novela, me resultó muy interesante cómo este hombre mira a las mujeres como objetos de deseo y cómo se hace cargo de sus pasiones, aún a costa de su trabajo.

Luego la novela da un giro y ¡ay!, otra vez nosotras, las mujeres y otra mirada de David y los estremecimientos de una y toda Sudáfrica latiendo ahí...












J. M. Coetzee. Desgracia. Debolsillo, 2015

Resumen de la editorial
A los cincuenta y dos años, David Laurie tiene poco de lo que enorgullecerse. Con dos divorcios a cuestas, apaciguar el deseo es su única aspiración. Sus clases en la universidad son un mero trámite, para él y para los estudiantes. Cuando se descubre su relación con una alumna, David, en un acto de soberbia, preferirá renunciar a su puesto antes que disculparse en público. Rechazado por todos, abandona Ciudad del Cabo y visita la granja de su hija Lucy. Allí, verá hacerse añicos todas sus creencias, en una tarde de violencia implacable. Desgracia es una historia profunda y extraordinaria que no dejará indiferente al lector.

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